Arritmia

Arritmia

La arritmia cardíaca es un trastorno del ritmo o la frecuencia de los latidos del corazón, resultado de alteraciones en el sistema eléctrico que coordina sus contracciones. Este sistema, compuesto por nodos y vías especializadas, garantiza que las cavidades cardíacas se activen de manera sincronizada. Cuando falla, el corazón puede latir demasiado rápido (taquicardia), demasiado lento (bradicardia) o de forma irregular, comprometiendo su capacidad para bombear sangre eficientemente. Las arritmias pueden ser inofensivas o indicar problemas graves, dependiendo de su origen y duración.

Síntomas

Los síntomas varían según el tipo de arritmia y su gravedad. Algunas personas no presentan signos evidentes, mientras que otras experimentan palpitaciones, mareos, desmayos, dolor torácico, fatiga inexplicable o dificultad para respirar. En casos extremos, como la fibrilación ventricular, puede ocurrir pérdida de conciencia súbita y paro cardíaco. La percepción de latidos irregulares o “saltados” es común, así como la sensación de aleteo en el pecho. Cuando la arritmia afecta el flujo sanguíneo cerebral, surge confusión, visión borrosa o debilidad muscular.

Causas

Las arritmias surgen por anomalías en la generación o conducción de los impulsos eléctricos cardíacos. Entre las causas más frecuentes se encuentran los desequilibrios electrolíticos (potasio, magnesio), daño miocárdico por infartos previos, enfermedades congénitas o malformaciones estructurales del corazón. Factores externos como el consumo excesivo de alcohol, cafeína, tabaco o drogas estimulantes también pueden desencadenarlas. Otras causas incluyen efectos secundarios de medicamentos, hipertiroidismo, presión arterial alta, diabetes y estrés emocional intenso. En algunos casos, no se identifica una causa clara.

Tipos

Las arritmias se clasifican en dos grandes grupos según la frecuencia cardíaca:

Bradiarritmias: Frecuencia menor a 60 latidos por minuto (lpm). Incluyen la bradicardia sinusal, los bloqueos auriculoventriculares y el síndrome del seno enfermo.

Taquiarritmias: Frecuencia superior a 100 lpm. Se subdividen en supraventriculares (originadas en las aurículas, como la fibrilación auricular) y ventriculares (originadas en los ventrículos, como la taquicardia ventricular). Existen también arritmias irregulares, como los latidos ectópicos, que no siguen un patrón definido.

Diagnóstico

El diagnóstico comienza con una evaluación clínica que incluye historia médica, auscultación cardíaca y revisión de síntomas. La herramienta principal es el electrocardiograma (ECG), que registra la actividad eléctrica del corazón y detecta anomalías en tiempo real. Para arritmias intermitentes, se emplean dispositivos portátiles como el monitor Holter o grabadoras de episodios implantables. En casos complejos, se realizan estudios electrofisiológicos para mapear las vías anómalas. Pruebas complementarias como ecocardiogramas, análisis de sangre o pruebas de esfuerzo ayudan a identificar causas subyacentes, como cardiopatías o desequilibrios metabólicos.

Tratamiento

El tratamiento depende del tipo de arritmia, su sintomatología y su riesgo de complicaciones. Para las bradiarritmias sintomáticas, se implanta un marcapasos que regula artificialmente el ritmo cardíaco. En taquiarritmias, se utilizan fármacos antiarrítmicos clasificados en cuatro grupos: bloqueadores de canales de sodio (clase I), betabloqueantes

(clase II), bloqueadores de potasio (clase III) y bloqueadores de calcio (clase IV). En emergencias, como la fibrilación ventricular, se aplica desfibrilación eléctrica. Procedimientos como la ablación por catéter destruyen tejidos que generan impulsos anómalos, mientras que los desfibriladores implantables (DAI) previenen muertes súbitas en pacientes de alto riesgo.

Prevención

La prevención se centra en controlar factores modificables: mantener una dieta equilibrada rica en potasio y magnesio, evitar el consumo de estimulantes como alcohol y nicotina, y manejar el estrés mediante técnicas de relajación. Es crucial tratar enfermedades subyacentes como la hipertensión o la diabetes, y revisar periódicamente medicamentos que puedan alterar el ritmo cardíaco. En personas con antecedentes familiares, se recomiendan evaluaciones cardiológicas regulares. La actividad física moderada fortalece el corazón, pero debe evitarse el sobreesfuerzo en casos de arritmias conocidas.

Factores de riesgo

Los principales factores de riesgo incluyen edad avanzada (debido al desgaste natural del sistema de conducción), antecedentes familiares de arritmias o muerte súbita, y enfermedades cardíacas previas como cardiopatía isquémica o insuficiencia cardíaca. La obesidad, el sedentarismo, la apnea del sueño y el consumo de drogas recreativas aumentan la probabilidad de desarrollar alteraciones del ritmo. Enfermedades sistémicas como el hipertiroidismo o trastornos autoinmunitarios también predisponen a su aparición.

Complicaciones

Las arritmias no tratadas pueden desencadenar complicaciones graves. La reducción crónica del gasto cardíaco provoca insuficiencia cardíaca, mientras que la estasis sanguínea en aurículas favorece la formación de coágulos, aumentando el riesgo de accidentes cerebrovasculares. Las taquiarritmias ventriculares malignas, como la fibrilación ventricular, son causa directa de muerte súbita. Además, los episodios recurrentes de mareos o síncopes elevan el riesgo de traumatismos accidentales.

Pronóstico

El pronóstico varía según el tipo de arritmia y su manejo. Las formas benignas, como los latidos ectópicos aislados, no afectan la esperanza de vida. Las arritmias asociadas a cardiopatías estructurales requieren tratamiento continuo, pero con seguimiento adecuado, muchos pacientes mantienen una calidad de vida aceptable. Tecnologías como los marcapasos o los DAI han reducido drásticamente la mortalidad en casos graves. La educación del paciente sobre la adherencia al tratamiento y el reconocimiento temprano de síntomas mejoran significativamente los resultados a largo plazo.

 

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