¿Qué es la angina de pecho?
La Angina de Pecho (AP) es, junto con el Infarto de Miocardio (IM), un tipo de Cardiopatía Isquémica (CI), es decir, una enfermedad provocada por el deterioro y la obstrucción de las arterias del corazón (arteriosclerosis coronaria). Se produce debido a la acumulación de placas de colesterol, lípidos (grasas) y células inflamatorias en las paredes de estas arterias, provocando que el corazón no reciba sangre suficiente. La AP, a diferencia del Infarto de Miocardio (IM), aparece de forma progresiva, debido a la obstrucción parcial del riego sanguíneo, fruto del deterioro de las arterias del corazón con el paso de los años. No provoca un daño permanente en el corazón.
Causas
1. La causa, en la mayor parte de los casos, es la ateroesclerosis. La angina de pecho normalmente va precedida de una excitación física o emocional; ocasionalmente puede desencadenarse al realizar una comida abundante o conducir un automóvil durante las horas de tráfico intenso.
2. Otra causa puede ser practicar ejercicio en un ambiente frío, en cuyo caso hay pacientes que experimentan alivio casi inmediato al pasar de una habitación fría a otra caliente.
3. Cuando las arterias del corazón (coronarias) están afectadas y no pueden ajustarse al aumento de la demanda de sangre, los nervios del corazón transmiten mensajes dolorosos de aviso urgente al cerebro. Este dolor, que no suele sobrepasar los 20 minutos, se debe a que el cerebro, por confusión, siente los impulsos desde localizaciones cercanas, como los brazos, el cuello o la mandíbula.
Por otro lado, existen una serie de factores de riesgo modificables que pueden favorecer la formación de las placas de aterosclerosis:
Tabaquismo.
Obesidad.
Diabetes.
Hipertensión.
Aumento del colesterol.
Síntomas de una angina de pecho
El síntoma clave en la angina de pecho es la aparición de dolor de intensidad variable en el centro del pecho y/o en el brazo izquierdo, que puede extenderse también al cuello y la mandíbula. Estos episodios generalmente duran sólo unos minutos y el dolor se describe como «un peso u opresión». Pueden aparecer otros síntomas como náuseas y malestar, dolor en la boca del estómago, sensación de falta de aire, sudoración, mareos y palpitaciones.
En caso de que estos síntomas aparezcan por primera vez se ha de solicitar atención médica urgente.
En pacientes con diagnóstico conocido de angina de pecho si el dolor se prolonga en el tiempo y no cede con el reposo y la medicación habitual se ha de sospechar que esté sufriendo un infarto de miocardio.
Algunos exámenes que se realizar para diagnosticar la angina de pecho
Electrocardiograma (ECG): este examen registra la actividad eléctrica del corazón, que es utilizada para diagnosticar anomalías cardíacas, tales como arritmias, o para mostrar la presencia de isquemia (falta de oxígeno y sangre) en el corazón.
Prueba de esfuerzo sin la toma de imágenes: este examen de monitoreo cardíaco se utiliza para ayudar a evaluar la capacidad del corazón durante la actividad física. Durante una prueba de esfuerzo, se le pedirá que realice ejercicio físico, como caminar en una cinta. Durante el período de ejercicio se registra un ECG. El ECG es evaluado por el médico para ver si su corazón alcanzó una frecuencia cardíaca adecuada y si se han realizado cambios que sugieren una disminución en el flujo sanguíneo hacia el corazón. Si no puede hacer ejercicio, se podrían utilizar fármacos que imitan la respuesta del corazón al ejercicio.
Exámenes de sangre: los exámenes pueden identificar ciertas enzimas tales como la troponina, que se vuelca a la sangre después de que su corazón ha sufrido una angina grave o un ataque al corazón. Los exámenes de sangre también pueden identificar niveles elevados de colesterol, LDL y triglicéridos, que lo ponen a usted en un riesgo más alto de enfermedad de las arterias coronarias, y por lo tanto de la angina de pecho.
Tipos de angina de pecho
Angina estable
Es la más frecuente, aparece con el esfuerzo y remite espontáneamente con el reposo y/o la medicación. Posee una duración de pocos minutos y presenta un patrón regular, por lo que el paciente puede ser capaz de identificarla e incluso predecir su aparición. Su origen se halla primordialmente en una arteriopatía aterosclerótica que causa la progresiva reducción de la luz vascular, de uno o varios vasos coronarios, en porcentajes del orden del 70% o superior.
Angina inestable
La angina inestable no se relaciona con un mayor trabajo cardíaco, es decir no deriva de un mayor consumo miocárdico de oxígeno. Su causa debe buscarse en una disminución aguda del flujo cardíaco coronario, que puede deberse a la complicación de una placa aterosclerótica coronaria por erosión, fisura o rotura y trombosis sobreañadida que cause una interrupción súbita del flujo coronario o por causas extrínsecas al árbol coronario que produzcan inestabilización. Su sintomatología clínica es muy similar a la que registra el infarto agudo de miocardio, sin embargo, en la angina inestable no se produce necrosis miocárdica.
La angina inestable incluye diversos tipos de anginas caracterizadas por su evolución imprevisible, aunque no siempre fatal y que se apartan claramente del patrón típico de angina estable: angina de reciente comienzo, angina progresiva, angina de reposo, angina prolongada, angina vasoespástica o de Prinzmetal y angina postinfarto, todas ellas consideradas urgencias médicas.
Modificación del estilo de vida
El paciente que ha presentado una angina de pecho debe ser plenamente consciente de su enfermedad y de la necesidad de introducir cambios en su estilo de vida. Sus principales objetivos deberán centrarse por un lado en el adecuado restablecimiento de una vida normal (con las limitaciones propias que la enfermedad le imponga) y por otro, en la adopción de medidas de prevención para disminuir el riesgo de un desenlace fatal:
Abandonar el hábito tabáquico, para lo cual los programas de deshabituación y el uso de parches transdérmicos de nicotina pueden resultar de gran ayuda. Hay numerosas referencias extraídas de estudios observacionales que refieren que su abandono reduce el riesgo cardiovascular.
Evitar el consumo de alcohol y en su defecto limitarlo al máximo. Del mismo modo deben limitarse las bebidas estimulantes (colas, te, café, etc.) ya que si bien su consumo no está expresamente contraindicado, lo cierto es que su exceso puede elevar transitoriamente la demanda miocárdica de oxígeno.
Corregir el sedentarismo. Se recomienda instaurar un programa de ejercicios moderado y regular, controlado o guiado por personal especializado, que permita, por un lado, mejorar la tolerancia al esfuerzo y, por otro, mejorar el estado general de salud del paciente. En especial se recomiendan ejercicios dinámicos, practicados al aire libre, con incrementos de esfuerzo progresivos, evitando los ejercicios de tipo isométrico o aquellos que requieren un alto nivel de esfuerzo.
Vigilar la tensión arterial.
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